Por una organización Independiente Nacional y Democrática
que nos permita continuar la lucha
Las últimas protestas estudiantiles registran avances y logros importantes en la lucha de masas de Colombia: La contundencia del paro universitario de 2018 obliga al gobierno de Duque a pactar un acuerdo que contemplaba un monto de 5, 8 billones para educación ciencia y tecnología. Hecho que se contrapuso a las medidas del gobierno de turno de arrebatarnos 7,5 billones de pesos por medio de impuestos indirectos que afectan a la clase trabajadora, succionados por medio de la reforma tributaria o “ley de crecimiento económico” para favorecer a las clases altas y sus negocios
Lo relevante que podemos mencionar del paro del 21 de noviembre sin ahondar en el balance, es el valor y la combatividad de los estudiantes para darle continuidad a las jornadas de protesta y superar la parodia de paro montada por el oportunismo y el reformismo encarnado por la cúpula sindical enconchada en las centrales obreras y, sin lugar a equívocos por la llamada izquierda colombiana. La componenda entre el gobierno y el oportunismo consistía en emboscar a los estudiantes desbocados por la espontaneidad y la falta de una correcta orientación política.
Superar los escollos, es una necesidad para poder avanzar, en tal forma que el movimiento estudiantil sobrepase el marco de las actuales instituciones amparadas por los grandes monopolios, y comprender que el reformismo, mantiene las estructuras de poder y los privilegios de quienes han gobernado a favor del gran capital contra los intereses del pueblo y de Colombia.
La lucha estudiantil de 1971 es ejemplarizante, la cual se enfocó en una reforma revolucionaria de la universidad: por una educación nacional, científica y de masas; mayor presupuesto para la educación pública; estableció el cogobierno de la universidad, y otras reivindicaciones democráticas del estudiantado convertidas en heroicos combates en las calles de todas las ciudades del territorio nacional. Estas jornadas fueron orientadas por Francisco Mosquera y su recién fundado partido de la clase obrera el MOIR, convertido después de su muerte en un partido liberal y reformista por la camarilla Robledista. El acierto de la dirección política, la consecuencia, la organización y la fuerza de las prolongadas jornadas de protestas estudiantiles de la década del 70 condujeron a éstas a la victoria pese a la barbarie represiva de los gobiernos de la época. Su historia hoy, debe ser un material de estudio para las nuevas generaciones de estudiantes y obreros que luchan consecuentemente en las calles por la misma causa contra el gobierno de turno. Por demás, un ejemplo de lucha y valor que debemos convertir en mayores y mejores logros. Las masas estudiantiles en aquel entonces, impusieron valerosamente “la fuerza de los argumentos y los argumentos de la fuerza”.
A pesar de todo, la coyuntura no puede ser mejor para saberla aprovechar, el desenvolvimiento y los resultados de las últimas jornadas de protesta y el rifirrafe entre los mencheviques criollos en el II Encuentro de las Organizaciones Sociales en Bogotá, ameritan al interior de las organizaciones de masas, sobre todo para la nueva generación de estudiantes un análisis dialéctico y un debate político que conduzcan a replantear la táctica a seguir, con base a la experiencia vivida y al estudio de la historia de las luchas del movimiento estudiantil en Colombia. Propugnar mínimante, por una forma organizativa nacional e independiente, lo suficientemente fuerte y cohesionada para defender con éxito un programa propio que contemple la defensa de una educación nacional, científica y de masas; que contribuya además, a encausar el movimiento estudiantil y de masas hacia la conformación de un partido auténticamente proletario y revolucionario en Colombia que guíe la lucha de las masas sobre la base del análisis científico de la lucha de clases de la sociedad colombiana. Necesitamos saber quiénes son nuestros enemigos para combatirlos y quienes son nuestros amigos para aliarnos con ellos. El éxito de la lucha de las masas depende de la correcta dirección del partido y de la fuerza que le puedan aportar los aliados en el frente único de lucha. Nuestras reivindicaciones transitorias, nuestras consignas y propaganda deben estar fundadas y reflejar de manera clara, precisa y concreta nuestros intereses de clase, y estas deben apuntar a la transformación de la sociedad en todos los aspectos. Necesitamos formar dirigentes perspicaces y valientes pertrechados del marxismo, leninismo, maoísmo que guíen y organicen correctamente las luchas actuales de las masas. Fue la existencia, de un partido obrero y su correcta orientación lo que garantizó no solo el éxito de las protestas estudiantiles del 71, sino la formación de cuadros políticos que llevaron las ideas revolucionarias a las fábricas y a los diferentes sectores de la sociedad en medio del fragor de las luchas callejeras. Un partido que no sepa dirigir la lucha de las masas no puede dirigir la revolución. Toda acción de las masas debe conducir a derrotar el estado de derecho burgués, terrateniente, proimperialista, y crear sobre sus ruinas un estado de obreros, campesinos y demás clases revolucionarias sobre una base auténticamente democrática.
Es necesario entender y hacer entender que la lucha de masas se desarrolla para agudizar las contradicciones de clase y convertir las condiciones desfavorables en favorables, sin negar el repliegue cuando sea necesario. Estos son asuntos elementales pero claves de la lucha; pero, para esto es importante que las nuevas generaciones de estudiantes y obreros estudien el marxismo concienzudamente y lo adopten como guía para su acción, y comprendan la necesidad de un partido auténticamente proletario.
Hoy “la historia se repite como farsa”: las FARC firma 30 años después de la fallida paz belisariana otro pacto pacificador con el gobierno de Juan Manuel Santos y 25 años después del compromiso del M-19 con el mandato de Virgilio Barco, concretado con la expedición de la constitución neoliberal y privatizadora de 1991. En el reciente caso, las negociaciones de la Habana estaban sujetas a reconocer de entrada la naturaleza plutocrática e imperialista del Estado colombiano para obtener el aval de la reacción mundial, en consecuencia, respaldaron la política neoliberal y las privatizaciones de las clases oligarcas confabuladas con los monopolios internacionales, el FMI, el Banco Mundial y la OCDE. Al igual que el año 1985, las palomas blancas que sueltan a volar desde todas las toldas del oportunismo de izquierda y derecha, el alto clero y el pueblo despistado opacan la realidad de Colombia. Las plegarias por la paz y la conciliación entre “oprimidos y opresores” asordinan los escasos gritos de rebeldía contra los verdaderos enemigos de la nación, el imperialismo y la oligarquía.
Los paladines del oportunismo y el reformismo, Petro, Robledo y compañía desconociendo la ley inexorable de la lucha de clases y planteando propuestas reformistas al nauseabundo estado de derecho burgués pretenden encasillar la protesta estudiantil y la lucha de las masas en Colombia hacia una congraciante campaña electoral enmarcada en otro manido “pacto nacional” entre explotados y explotadores a la presidencia de la vetusta república.
Hemos manifestado que la espontaneidad y el valor de los estudiantes ha superado a los convocantes del paro del 21 de noviembre. Es importante replantear la lucha, convertir el movimiento espontáneo de las masas en movimiento consciente y organizado capaz de conseguir el éxito de las tareas planteadas; crear una forma de organización propia e independiente con unas reivindicaciones y consignas de clase que expresen claramente la defensa de una educación, nacional, científica y de masas, orientado a acumular la fuerza suficiente para ponerse al frente de un proceso de unidad amplio con la clase obrera y otros sectores inconformes de la sociedad, dotado de un programa nacional y democrático que recoja las reivindicaciones más sentidas contra el gobierno oligárquico y proimperialista de turno, principales enemigos de la nación colombiana
Finalmente, consideramos que la unidad no se reduce solo a entendimientos y concesiones como decía el maestro Francisco Mosquera; entraña igualmente discrepancias de clase y defensa cerrada de las orientaciones correctas. Hacemos esfuerzos para materializar la unidad, pero ésta depende en últimas del triunfo de la lucha contra las posiciones conciliadoras y traidoras. Consideramos que es el mejor momento para denunciar a los revisionistas y mamertos que se quitaron el antifaz en el paro. Es un buen momento para ganar amigos y conformar partido, unificar fuerzas en un haz de voluntades con posiciones acertadas, combativas y contundentes.
Hacemos un llamado fraternal a los estudiantes en general, a los obreros y demás sectores de la sociedad deseosos de seguir luchando, a replantear la táctica con base al análisis concreto de las experiencias acumulas a través de la historia de la lucha de masas, sin perder de vista las contradicciones de clase en la sociedad colombiana. De esta manera, lograremos la victoria de nuestras tareas y acumularemos la fuerza y la claridad suficientes para transformar revolucionariamente esta vieja sociedad en una nueva verdaderamente democrática.
Comité por la conformación del partido obrero y la integración del frente único por la unidad del pueblo.
Contacto y correspondencia en:
puebloylucha@gmail.com
Bogotá, 2 marzo de 2020