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El Movimiento y la Lucha de los Jóvenes en Colombia

Colombia fue escenario de  sucesivas guerras civiles en el siglo XIX, una de las más importantes fue la de los mil días (1899-1902) la cual finalizó con la rendición del bando liberal dirigido por Uribe Uribe, quien firmó la paz con el gobierno conservador en el barco norteamericano Wisconsin con la cual se selló también como consecuencia la pérdida del Canal de Panamá, entregado a los norteamericanos y a partir de allí, se afianzó la dependencia de nuestra nación ante los Estados Unidos con el respaldo de liberales y conservadores. 

A mediados del siglo XX, el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán precipita la llamada época de la violencia liberal conservadora, conflicto cuya pacificación consistió en la unión de los dos partidos en el Frente Nacional bajo la égida de norteamérica (1).

La historia de Colombia toda está signada por la violencia de los terratenientes contra las masas campesinas depauperizadas que luchan por la tierra y contra las formas feudales de producción en el campo, el último estrujamiento produjo cerca de 8 millones de desplazados. El gran capital extranjero establecido en Colombia, verbigracia algunos ejemplos, la compañía bananera United Fruit Company se recuerda por la masacre de las trabajadores bananeros ordenada por el gobierno de Abadia Méndez al servicio de esa multinacional en 1928, tiempo después la masacre en cementos El Cairo siendo ministro del trabajo Belisario Betancur durante el gobierno de Guillermo León Valencia, recientemente la persecución sindical de la minera Drumond que ameritó investigaciones sobre asesinato de lideres sindicales imputados a la  multinacional. 

En este siglo, los estudiantes colombianos, han puesto también una cuota alta de sacrificio en su  lucha por el carácter científico nacional y de masas de la educación contrapuesta a la influencia imperialista en el arte, la cultura y la tendencia privatizadora y retardataria de la educación como está diseñada por las directivas universitarias y el gobierno nacional en cumplimiento de las imposiciones del capital financiero. Es importante recordar la participación  del movimiento estudiantil en las justas luchas de los obreros y campesinos y de las masas populares, esto por su alto grado de comprensión política del estudiantado y la intelectualidad de la época del 70 resultante del estudio del marxismo y de la lucha ideológica relevante en los campus universitarios por la influencia de las revoluciones de independencia nacional y del socialismo en el mundo liderados por la china del presidente Mao abanderado de la lucha contra el revisionismo de la Unión Soviética, potencia que a nombre del socialismo se transformó en socialimperialista después de la muerte de Stalin. En el  memorable paro estudiantil de 1971 los jóvenes pusieron por delante su comprensión política y con un conocimiento claro de quienes eran los enemigos de la nación y del pueblo condujeron al movimiento estudiantil incluso con participación de las universidades privadas a la lucha contra las agencias norteamericanas empotradas en el alma mater, las políticas y programas como el Plan Atcon, las tesis de Skinner  que acondicionan la educación a los intereses de las grandes transnacionales. En ese período la principal conquista fue el “cogobierno” mediante el cual los tres estamentos de la universidad trabajaban de manera unificada, lo cual permitió controlar la actividad de las corporaciones proimperialistas y los contenidos contrarios a la ciencia, adelantaron la lucha por el costo de la matriculas y el mejoramiento del bienestar universitario compendiado todo en  la consigna que se impuso  “por una educación científica, para las amplias masas que sirva al interés de la nación colombiana”. El auge de la lucha de masas y la comprensión política de sus dirigentes ganó la simpatía y el respaldo popular en todos los rincones de Colombia. Como resultado surgió una cantera de cuadros políticos pertrechados del marxismo vinculados al movimiento obrero y campesino. La lucha de masas y la comprensión política de sus dirigentes, igual que algunos otros países, tuvo la posibilidad de que la revolución colombiana colocara un hito en la contención de la caída del campo socialista en una esquina revolucionaria en América Latina (2), desafortunadamente, las grandes conquistas y el brillo revolucionario de la época fue opacado por la connivencia entre el oportunismo de izquierda y los gobiernos  de turno a través del colaboracionismo y los acuerdos pacificadores en un marco donde las revoluciones de Vietnam, Laos, Camboya y Nicaragua cayeron en manos de los socialrestauradores y se producía la muerte del maestro proletario Mao Tse Tung; aquellos farsantes se articularon con los engendros neoliberales de participación ciudadana de la constituyente; apañado todo con la derrota socialista en el contexto internacional.

Actualmente, fueron los jóvenes, quienes orientaron el paro nacional del 19 de noviembre de 2019 y del 28 de abril de 2021 jornadas exitosas de resistencia urbana y rural que jaquearon al presidente Duque obligando a retirar las reformas tributaria y de la salud. Esta nueva victoria obtenida por la juventud colombiana, es una segunda derrota de la oligarquía y el imperialismo norteamericano después de la liza de 2014 en que los estudiantes y jóvenes consiguieron $5,8 billones para la educación, la ciencia y la tecnología a contrapartida de la reforma tributaria impuesta a rajatabla en ese momento; hoy logran, además del retiro de la reforma tributaria, la renuncia del ministro Carrasquilla, mostrando, que es la lucha y la resistencia civil en el campo que la pongan las clases dominantes lo que en últimas consigue los cambios democráticos que requiere la sociedad para su avance, igual lo está mostrando Chile. La resistencia de semanas en las calles se han convertido en años de experiencia revolucionaria, práctica social que la violencia policial y militar no pueden detener, mucho menos a sangre y fuego. Ordalía progresivamente superada, que comprueba que es mediante la lucha y solo con la lucha decidida de las masas que se logra transformar la vieja sociedad descompuesta hasta los tuétanos en una basada en el reconocimiento de los derechos sociales dentro del marco mundial de la revolución obrera, campesina y popular de 1917.

El paquetazo de Duque resume todas las imposiciones o medidas económicas en cumplimiento de lo pactado con el imperialismo norteamericano a través de sus organismos internacionales, el FMI, el BM y el BID impuestos por el Consenso de Washington en 1998 para sus colonias en América Latina. Estas políticas son implementadas de maneras cada vez mas drásticas de acuerdo a los estudios y recomendaciones de los rectores de las finanzas norteamericanas surgidos de los acuerdos y tratados de Bretton Woods y los que siguieron, ajustados para garantizar y condicionar los compromisos adquiridos por Colombia a través del endeudamiento y los tratados de libre comercio, iniciados con Virgilio Barco y convertidos en ley de la república en la Constitución de 1991 en el gobierno de “bienvenidos al futuro” de Cesar Gaviria, (el mismo que hoy balbucea de no reprimir las marchas) (3). El endeudamiento, los acuerdos comerciales, todo pacto internacional, etc. están sujetos a obligaciones políticas, económicas y de ajuste fiscal, como las exenciones de aranceles para las mercancías extranjeras, garantías a la inversión de capitales, reducción del estado y privatización de las empresas estatales incluyendo los servicios públicos domiciliarios, electrificadoras, acueductos, comunicaciones, reformas fiscales para ampliar los recaudos tributarios, reforma a la seguridad social y reducción del gasto público, mano de obra barata, encarecimiento del crédito, y en contraprestación recomiendan otorgar subsidios y focalización de recursos para los más pobres en aras de evitar la sublevación de la plebe. Con tales ataduras el Estado colombiano lo toman de garante para brindar seguridad jurídica a la deuda pública, a los acuerdos aperturistas neoliberales; en aquel momento, el gobierno colombiano se valió de la catadura oportunista de la extrema izquierda (M-19, EPL, PRT,  y Quintin Lame) a quienes colmaron de prebendas en los acuerdos de paz, de la candidez de los universitarios que repartieron e impulsaron la séptima papeleta y de los anhelos de cambio de las masas. Vale aclarar, que la única organización política, que, aunque fue invitada, no formó parte de la constituyente, y estuvo siempre en desacuerdo con esa componenda circunscrita a los ajustes económicos y políticos del consenso de Washington fue el MOIR de Francisco Mosquera. –Para infortunio de la revolución colombiana el MOIR fue transformado por Robledo y compañía en una agencia electorera llamada Dignidad–.       

Nos enorgullece y nos anima, que sea la juventud en Colombia, la que vuelve a marchar en primera línea en las jornadas de protesta convocadas a regañadientes por las centrales obreras a través del comité de paro. Los dirigentes sindicales se ven impelidos a convocar el paro a contrapelo del entreguismo sindical. Dirigencia amamantada por el gobierno y viciada por el oportunismo y el reformismo de la izquierda colombiana, los cuales han contribuido al escepticismo, al desprecio por la política y la disciplina organizativa por parte de las masas, especialmente de la juventud.

El análisis y el balance de toda tarea se debe ajustar a dos aspectos, a lo favorable y lo desfavorable; lo mismo que el trabajo, el cumplimiento de las tareas y el comportamiento de los miembros de una organización política o gremial se debe someter a la crítica y la autocrítica. La organización debe funcionar basada en la cohesión, la disciplina y el centralismo democrático, de lo contrario se corre el riesgo de caer en la anarquía, los malos resultados en el trabajo, y la desmoralización de sus integrantes. ¿Cómo es posible, que la espontaneidad de algunos jóvenes, después de haber peleado denodadamente, con una alta cuota de sacrificio, de muertos, detenidos y desaparecidos en pleno fragor de los combates callejeros contra un Estado que les niega todo tipo de derechos democráticos, después del anterior paro, llamen a votar en las elecciones por candidatos al congreso y a la presidencia de la república con la esperanza que desde el mismo Estado que combaten puedan cambiar este país?  ¿No es absurdo que después de casi un mes de lucha, y todo lo que implica eso, crean que la policía y la ley están hechas para proteger el orden, la honra y los derechos ciudadanos, o que la constitución nacional los ampara de todo mal y peligro y de los desmanes de los gendarmes del orden? ¿O que, ahora en el presente paro, si se va Uribe o muere Uribe, este país se arregla? ¿o que si atendemos los llamados a la “protesta pacífica” que hacen los candidatos de izquierda, Robledo y Petro vamos a poder conciliar los derechos democráticos del pueblo con los intereses de la oligarquía y el imperialismo? ¿O que Petro va a lograr convencer a Duque que reflexione y no aplique las medidas neoliberales impuestas por el FMI, el Banco Mundial y la OCDE en contra de la nación colombiana? ¿Acaso, cuántas veces los gobiernos de turno, incluyendo el de Alfonso López Michelsen que tenía tantas cosas buenas según el partido comunista no echó mano del Estado de sitio y gobernó bajo la amenaza de golpe militar para contener la lucha de masas en los años 70? –Ojalá pudiéramos evitar todos estos costos que implica la lucha–, –ojalá las guerras no se dieran–, –pero desafortunadamente, el mundo para bien o para mal se ha transformado es a través de luchas y guerras, avanzando con las guerras justas y retrocediendo con las injustas. Son las contradicciones entre los intereses de clase que agudiza la ley inexorable de la lucha de clases, y esta agudización de la lucha entre las clases son las que generan las transformaciones de la sociedad a través de la violencia organizada entre las clases. Son los intereses imperialistas entre las diferentes potencias capitalistas lo que para mal hacen que se den las guerras por un nuevo reparto del mundo; y eso es, en últimas lo que está en juego: –Que el mundo siga en manos de los explotadores, o se transforme en un mundo sin explotadores ni explotados–.

Veámos, el desenlace de los acontecimientos y los nuevos destellos.

Por las condiciones de Colombia, la revolución colombiana es democrática de nuevo tipo o de nueva democracia, esto significa, dirigida por la clase obrera en alianza con los campesinos. –He aquí el norte de nuestra lucha democrática–. 

En la contienda, toda reivindicación está supeditada a la independencia nacional y la construcción de un nuevo Estado de carácter democrático en marcha al socialismo que conduzca a la extinción de la lucha de clases. –De lo contrario nuestros esfuerzos y sacrificios serán en vano–. Si no tenemos claro estos tres principios básicos del marxismo–leninismo: la lucha de clases, la naturaleza del Estado y la necesidad del partido proletario, seremos presa fácil de los depredadores de la reacción, o en el peor de los casos terminaremos conciliando, capitulando y conformándonos con simples y efímeras reformas o “pactos sociales” manejados a las buenas o a las malas por nuestros enemigos de clase.

Hasta el acero sufre de la fatiga natural de los metales. La lucha  y la resistencia civil para que tenga éxito  requiere de la organización de masas y de un partido auténticamente revolucionario que dirija y oriente correctamente la lucha de las masas, que esté férreamente ligado a ellas, creando organizaciones que sirvan de vehículos para  que los dirigentes del partido vayan a las masas a aprender de los conocimientos del pueblo y conocer sus problemas, y viceversa, de las masas  al partido, a tal punto,  que nutran al partido de todo ese acervo de las masas populares; ir a la clase obrera, a los campesinos principalmente y hacerles ver sus necesidades de clase, hacerles ver quiénes son sus enemigos y sus posibles aliados para crear un frente de lucha que pueda garantizar y lograr de una vez por todas los cambios que requerimos para mejorar y avanzar de acuerdo a sus propios intereses de clase. Es una labor propia del partido de la clase obrera, contribuir a la educación y concientización de las masas para que luchen de manera organizada por sus propias necesidades de clase, y así garantizar el éxito de la lucha por sus derechos. De lo contrario, el enemigo aprovechará la dispersión, el espontaneísmo y la misma fatiga de la protesta para aislar a los luchadores de las masas que son las que nutren de vigor y recursos la lucha revolucionaria.

Hasta aquí podemos concluir: Primero, que es el partido de la clase obrera que nos orienta y nos brinda una táctica correcta en medio de la lucha con base al análisis correcto de la situación nacional e internacional, de lo contrario quedaremos como una barca sin timón y sin remos, aunque sepamos para donde ir. Segundo no podemos perder el norte, debemos saber ubicar a Colombia en el concierto mundial; partir del sello de la época, tanto mundial como nacional para poder entender el rumbo de los sucesos históricos y pertrechados de una táctica y estrategia que nos permita tener una visión amplia y segura del que hacer en cada una de las estaciones obligadas de nuestra travesía.  

En medio del desenlace de los acontecimientos, podemos deducir que la lucha no termina echando atrás el proyecto de ley 010 de 2020 que enmendará una vez más la nefasta ley 100 de 1993 a favor del sector privado en cumplimiento de las imposiciones del consenso de Washington. Tampoco vale solo luchar en contra de la reforma pensional que se cocina en el congreso y la laboral que cuenta con anticipos en el Plan Nacional de Desarrollo. Es importante aclararle a los trabajadores, al pueblo, especialmente a la juventud, que la sola ley 100 sin las reformas venideras es la culpable de la mayoría de los casos de muerte en Colombia, y de por sí contiene el veneno suficiente para acabar la pensión de los trabajadores, –aún de los que ya la tienen–. Las nuevas reformas contra las que se está luchando en el paro iniciado el 28 de abril aceleran la situación de muerte y desprotección social de los colombianos. Estas nuevas reformas al sistema de salud en plena pandemia es una muestra del afán del gobierno de Duque de cumplir el compromiso adquirido de despulpar el negocio de la salud y concentrar en reducidas manos las ganancias de los privados sin importarle la vida de los colombianos. Los puntos de negociación del gobierno nacional con el comité de paro tal como están planteados facilitan la capitulación entre el oportunismo y el gobierno. El gobierno de turno del presidente Duque con las reformas asegura el pago cumplido de la deuda pública, que implica reducir el gasto del Estado, menos recursos al bienestar y seguridad social de los colombianos, ampliación e incremento de los recaudos tributarios, mano de obra barata, privatización de los servicios públicos, salud y educación, reducción de aranceles y libre comercio para las mercancías extranjeras, libre inversión de capitales, etc. Recordemos que todas estas medidas neoliberales son de estricto cumplimiento garantizado mediante la restructuración jurídica implementada por la constitución de 1991, la ley 50 del 90, la ley 100 de 1993, la ley 142 y 143 de 1994 y todas las modificaciones. –Nos debe quedar claro quiénes son los enemigos de la nación y quiénes son los amigos de la revolución–. En consecuencia, –La resistencia civil continuará hasta acabar con estas relaciones imperiales de opresión y explotación del imperialismo norteamericano y demás capitales extranjeros ejercidas a través de la oligarquía colombiana, y establecer unas relaciones internacionales con base al respeto por la soberanía y los intereses nacionales.

¡¡LA LUCHA DE LAS MASAS POPULARES DEBE APUNTAR A LA CONQUISTA DE LA SOBERANÍA NACIONAL!!

¡¡INDEPENDENCIA NACIONAL!!  ¡¡SOBERANÍA ECONÓMICA!!


Notas:

(1) En sus denuncias antioligárquicas y antimperialistas Jorge Eliécer Gaitán sentenció: !ay del día en que la oligarquía liberal y conservadora se unan”

(2) Los cuadros políticos y militantes de la política de ”pies descalzos”, fueron asediados por el gobierno, los paramilitares y sufrieron bajas en manos de las Farc. Las fuerzas democráticas y revolucionarias nacionales e internacionales no alcanzaron a sentar un punto de apoyo contra el derrumbe del socialismo, aquí en Colombia y en otras partes del mundo, el socialimperialismo y el imperialismo se fortalecieron contra los pueblos del mundo.

(3) Carta de Francisco Mosquera secretario general del MOIR Fundacional y publicada en El Tiempo del 10 de octubre de 1990.
https://view.publitas.com/comunidad/no-participamos-constituyente-30septiembre1990/

Comité por la Reconstrucción del Partido y del Frente Unico

Bogotá, 7 junio 2021

NB:

Recibimos correspondencia de todas las organizaciones y personas interesadas en la unificación de fuerzas y en la conformación de un partido obrero auténticamente revolucionario en Colombia.

Email:

puebloylucha@gmail.com