En
medio del derrumbe del imperialismo
La
lucha de la clase obrera y del pueblo
abrirán el camino
Coincidimos
con numerosos analistas y expertos en los
diagnósticos de la pandemia del
coronavirus aparecido en Wuhan, de cómo la
infección surgió por el consumo y
convivencia con especies silvestres de
gentes empobrecidas y arrinconadas por los
nuevos amos del gran capital
transnacional, manifiestas en las últimas
epidemias y pandemias (vih, vh1n1, sars,
ébola, etc). Esta última pandemia afectó
la economía de todos los países y la vida
de los habitantes del planeta, empeoró las
relaciones sociales y económicas,
benefició a una minoría parasitaria en
detrimento de las condiciones de vida de
la inmensa mayoría de las personas
laboriosas de todo el mundo. Los
trabajadores, los pequeños y medianos
empresarios, los campesinos, y en general
los productores nacionales fueron los
mayores damnificados por la crisis
generada por este virus. Solo el gobierno
y su burocracia, el gran capital, los
intermediarios y los especuladores de los
productos básicos de la canasta familiar,
los negociantes de la salud y la educación
se favorecieron con la arremetida del
sars-cov-2.
En
estos hechos de nivel mundial, no es
extraño observar cómo han secuestrado a la
ciencia y a importantes universidades para
acumular con base a la explotación de los
jornaleros del campo, de la ciudad, como
también de los intelectuales y
trabajadores de las diferentes áreas
profesionales y de la cultura al servicio
del pueblo. En el caso de la vacuna han
emprendido una competencia exponencial
económica y política de cómo se reparten
el mundo de acuerdo a sus intereses
mezquinos.
En
medio del atraso, el grueso de la
población que ha estado sometido por la
explotación neocolonial y semifeudal no
consigue discernir entre lo bueno y lo
malo, ni comprender lo que está pasando en
el mundo, y mucho menos vislumbrar el
rumbo de los acontecimientos. Una sociedad
degenerada, golpeada por el neoliberalismo
y el imperialismo: la juventud envenenada
con narcóticos y la cultura traqueta, con
modas y modismos, aberraciones, pan y
circo, falta de normas y de autoridad para
combatir la delincuencia imperante, un
sistema estatal anárquico carcomido por la
corrupción, cooptado por la delincuencia y
unificado sólo para reprimir la protesta y
cumplir con las imposiciones del capital
extranjero; un país desvencijado,
repartido territorialmente entre la
delincuencia incluyendo mercenarios,
paramilitares y “guerrilla”, o en el peor
de los casos donde los estamentos del
Estado supuestamente defensores del orden
institucional forman parte por acción u
omisión de las zonas de concentración de
la delincuencia. En la ciudad los bandidos
y el lumpen mandan en las calles. La gente
de bien, aunque mayoría, actúa con
resignación e indiferencia o, simplemente
evita meterse en problemas. –sálvese el
que pueda–. Los medios de comunicación en
manos de las clases dominantes y bajo la
lógica del mercado hacen apología a la
cultura delincuencial fomentada desde el
“Estado social de derecho” enmarcado en la
constitución neoliberal del 91. –Aquí no
se trata de hacer unidad con base a lo que
hay-, sino plantear unidad para derrotar
los enemigos del pueblo y construir una
nueva sociedad basada en el trabajo, el
desarrollo agroindustrial del país y la
socialización de la economía, bajo unas
normas que defiendan la nación, la
producción y sus recursos, al igual que
los mercados nacionales y regionales con
integración internacional con base al
beneficio recíproco y negociaciones en pie
de igualdad, que impidan toda intromisión
extranjera y privilegien los intereses
económicos, culturales y morales de la
inmensa mayoría de los colombianos.
El
nuevo Estado vendrá del desarrollo de la
lucha de clases, destruirá todos los
vestigios económicos, sociales y
culturales que condenaron al
empobrecimiento y al atraso a la
inmensa mayoría de la población, también,
acabará todas las lacras y elementos
degenerados de la vieja sociedad y
construirá una nueva sociedad con
individuos nuevos, pertrechados de una
cultura nueva.
Colombia
es uno de los países más pobres y
atrasados del planeta, a pesar de su
riqueza en recursos naturales y humanos, y
su privilegiada posición geográfica a
consecuencia de la falta de soberanía e
independencia para decidir su
destino.
Hay
más de un ejemplo en la historia, como el
chileno con Allende y Pinochet que nos
ilustra que la clase obrera y el
pueblo podrán cambiar su destino y
el de la nación colombiana sólo si
conformamos el más amplio frente de lucha
antiimperialista dirigido por lo más
avanzado de la clase obrera en alianza con
los campesinos pobres que luchan por la
tierra, que aglutine a las demás clases
que sufren la explotación y opresión del
régimen imperante y que se sumen al frente
para que adquiera la fuerza y la
organización suficientes para garantizar
el triunfo de la revolución, única vía
para cambiar la vieja sociedad por otra
nueva auténticamente democrática para
salir de la pobreza y el atraso a los que
hemos estado sometidos.
Es
posible que un candidato de los
“izquierdistas” en Colombia tipo López
Obrador en México, o como Morales en
Bolivia, gane las elecciones y haga
algunas “mejoras” al viejo Estado
oligárquico proimperialista, pero
terminará gobernando a favor de los mismos
con las mismas o depuesto por maniobras de
las clases dominantes, bloqueado por
injerencias y sabotaje, o acabado por un
golpe militar. –Eso marcaría la derrota
del reformismo y definiría la línea
divisoria entre la revolución y la
reacción en Colombia–. Las protestas deben
salir del espontaneísmo y la indignación,
a una orientación política adecuada,
aislando a los oportunistas, a los
esquiroles empotrados en las cúpulas de
las centrales obreras, y la dirección de
los conciliadores del régimen, apostados
en las organizaciones populares
conduciendo a un final desfavorable a los
intereses del 95% del pueblo
colombiano.
El
estudiante Dilan Cruz asesinado por las
fuerzas represivas del orden en plena
lucha en defensa de la educación pública
tiene que ser reivindicado para siempre.
Rechazamos la represión y los asesinatos
por parte del Estado y las fuerzas
irregulares amalgamadas con el poder para
acabar con la vida de valiosos dirigentes
sindicales, sociales y ambientales, y
alertamos para que los pliegos petitorios
y programas de lucha no basen sus
reclamaciones en la clemencia o en
exigencias basadas en la ingenuidad
política solicitando que el gobierno cese
la represión o haga cambios en las
estructuras represivas del Estado. Para
los revolucionarios los muertos del pueblo
deben convertirse en banderas de lucha y
en posiciones de combate y repudio al
régimen burgués terrateniente
proimperialista de turno. Lo irracional es
que la izquierda que dice defender al
pueblo y a los obreros llame a la
conciliación y a la calma en medio de los
desmanes del régimen, ¿será que estos
ingenuos y oportunistas van a lograr que
el Estado que dicen combatir, omita el uso
de la fuerza cuando las masas salgan a
luchar en defensa de sus intereses de
clase? De la misma manera, la clase obrera
cuando logre establecer su gobierno
proletario no podrá ser condescendiente
con sus enemigos de clase. Es ahí, cuando
valoramos la necesidad de un partido
auténticamente proletario. El partido por
su carácter de clase, por su organización
y disciplina, dirige y agrupa las fuerzas
más avanzadas de la clase obrera y la
sociedad, mientras el frente único, recoge
el resto de clases que aportan unidad,
fuerza y dinámica al accionar del pueblo.
Son dos formas organizativas que se
interrelacionan y apoyan mutuamente
aportando orientación y fuerza suficientes
para vencer.
Nos
interesa profundizar en la historia de las
luchas estudiantiles en Colombia, en
cuanto que el movimiento de estudiantes y
jóvenes está al frente de las actuales
confrontaciones del Paro Nacional en
Colombia, al lado de la clase obrera, los
campesinos y el pueblo. La situación
nacional y el atollamiento de la lucha de
clases en Colombia nos obliga a insistir
en el precepto marxista planteado por el
maestro del proletariado colombiano
Francisco Mosquera desde la época de la
lucha contra el oportunismo de izquierda
al comienzo de 1970: cuando expresó, “en
Colombia echó raíces primero el
revisionismo que el marxismo leninismo”;
en consecuencia para derrotar al
imperialismo y la oligarquía es necesario
combatir y derrotar al reformismo y al
revisionismo, ayer personificado en el
llamado partido comunista (hoy en día en
toda la izquierda y la concha sindical).
Debemos armar al proletariado de su propia
ideología que le sirva de guía para su
acción, el marxismo leninismo, pensamiento
Mao Tsetung.
Duque
en representación de la oligarquía
nacional e internacional, entre muchas
otras medidas antipopulares, prosigue en
despojar a los de abajo para privilegiar a
los de arriba, expide el decreto 1174 de
2020, donde ampara y refuerza a nombre de
la protección social el abaratamiento e
inestabilidad laboral de los trabajadores,
afincando el trabajo por horas, la
subcontratación y los BEPS que oficializan
el reparto de la pobreza y profundizan la
explotación de la mano de obra y la fuerza
de trabajo en todas sus formas. Con el
proyecto de ley 010 de 2020 en contravía a
los fracasos nacionales e internacionales
de la salud con el covid 19, persiste en
aumentar las rentas de los linces de las
aseguradoras financieras.
En
este lapso de crisis y pandemia, está por
definirse el nuevo presidente de Estados
Unidos. Trump se presenta con una posición
nacionalista proteccionista, mientras
Biden, su contradictor asume una política
globalista. Son las dos formas que asume
el recetario de los especuladores y
depredadores de pueblos y naciones. Esta
disputa entre republicanos y demócratas,
Trump y Biden por el control del estado de
la potencia imperialista actualmente más
poderosa del planeta, es una competencia
entre los magnates de la crema y nata de
la plutocracia imperial norteamericana. En
la campaña electoral más costosa del mundo
financiada por las billeteras de los más
ricos de la gran industria y la banca con
asiento en el FMI se juega la posesión de
las llaves que abren todas las covachuelas
del poder de la Casa Blanca. No se trata
de una contienda entre los defensores de
la paz y la democracia contra los
auspiciadores de la guerra, ni mucho menos
la lucha entre los defensores de los
derechos de las mayorías contra los ricos;
es la disputa electoral entre los
representantes del capital financiero
norteamericano por el control del Estado
burgués de la potencia imperialista más
poderosa de la tierra. Además, el sistema
electoral estadounidense garantiza de
antemano la escogencia de los candidatos
más confiables del imperio quienes
fortalecen sus gigantescos negocios y la
defensa territorial de sus colonias y
neocolonias frente a las ambiciones
expansionistas de otras potencias, o
frente a las confrontaciones de las
naciones por su liberación nacional
e independencia o, bien de las
rebeliones de la clase obrera y los
pueblos por sus derechos sociales y la
eliminación de la explotación y la
opresión milenaria del hombre por el
hombre. En esta contienda, China y Rusia
tampoco se salvarán de la caída final del
sistema capitalista; el futuro no es para
las potencias emergentes, el futuro solo
será promisorio a una nueva sociedad, el
socialismo.
En
ciernes, hoy somos testigos de la
inevitable y progresiva caída de la gran
potencia, y de todo el sistema capitalista
en el mundo, mientras la clase obrera y el
pueblo avanzan firmes y seguros abriendo
su propio y anchuroso camino, recuperando
el espacio y las conquistas perdidas
cuando se produjo la involución del campo
socialista en 1956 en Rusia y 1978 en
China. Esta vez, las columnas de la nueva
internacional obrera y popular se elevarán
a niveles nunca vistos en el mundo.
¡¡POR
LA CONSTRUCCIÓN DEL PARTIDO OBRERO EN
COLOMBIA Y LA CONFORMACIÓN DE UN GRAN
FRENTE DE LUCHA ANTIIMPERIALISTA,
ADELANTE!!
Bogotá,
28 octubre 2020
NB:
Recibimos
correspondencia de todas las
organizaciones y personas interesadas en
la conformación de un partido obrero
auténticamente revolucionario en Colombia.
Email:
puebloylucha@gmail.com