Hay Base
Real para las Convergencias
Para mí
es motivo de enorme satisfacción el asistir a este
evento con el encargo de refrendar, en nombre del
MOIR, las identificaciones que felizmente hemos
registrado con el Directorio Liberal Departamental que
lidera el doctor William Jaramillo Gómez. Antes que
nada porque la convergencia que celebramos se lleva a
cabo en Antioquia, tierra a la que me atan nexos
indisolubles de afecto y admiración. Hace veinte años
arribé a Medell1n con el propósito de vincularme a la
clase obrera, movido por el criterio de que los
trabajadores antioqueños están llamados a desempeñar
un papel descollante en la renovación del país. Casi
que clandestinamente y con el concurso de unos cuantos
compañeros probados, conseguimos infundirle aliento a
una tendencia sindical distinta de las representadas
por las tres centrales tradicionales, y que con el
tiempo dio pie a la fundación y extensión del Partido
en una amplia escala. De manera pues que el MOIR tuvo
aquí su pila bautismal. Cuanto asimilamos en aquellos
años de desbroce me ha sido invaluable. Además de
táctica aprendimos cuán imperativo resulta fortalecer
la voluntad de trabajo y no cejar en el empeño hasta
la coronación de las metas proyectadas, virtudes, que
nadie como el antioqueño ostenta y sin las cuales no
es posible, adelanto alguno, mucho menos en la brega
revolucionaria. A tal espíritu corresponden las obras
con que esta comarca emprendedora ha coadyuvado
determinantemente a plasmar la fisonomía de la nación,
en los más diversos campos de la industria, las artes
y las ciencias: No pretendo hacer historia de los
logros ni de sus artífices; simplemente señalo que la
gloria de Antioquia estará siempre cifrada en
contribuir a la grandeza de Colombia.
Ayer no
más un equipo médico interdisciplinario nos sorprendió
con la noticia de que se había practicado un exitoso
trasplante de corazón en la persona de un obrero,
después de más de una década de intensa labor
investigativa y quirúrgica en cuyo registro se
destacan cientos de intervenciones similares del riñón
y dos del hígado que, si no me equivoco, fueron estas
últimas las primeras en su género de Latinoamérica. El
audaz intento, digno de una mayor divulgación y
doblemente meritorio por haberse realizado sin las
mejores condiciones, supliendo las carencias con el
ingenio, habrá de influir beneficiosamente a muchos
centros hospitalarios y educativos del país que
asimismo pugnan por no quedarse a la zaga en la
tortuosa carrera del saber. El acontecimiento muestra
igualmente cómo, con un as mínimas enmiendas enrutadas
hacia la utilización idónea de las reservas materiales
y espirituales que poseemos en cantidad apreciable,
los colombianos también seríamos capaces de ubicamos a
la altura de las conquistas de la era moderna.
La otra
razón de complacencia radica en poder anotar esta
noche que las aproximaciones alcanzadas por el MOIR en
el departamento hayan sido justamente con un sector
político aguerrido, de hondo calado y reconocida
trayectoria, que lo inspiran un par de inquietudes
características: el estudio cotidiano de nuestros
ingentes problemas y el ansia de conducir a los
liberales hacia posiciones compatibles con los
intereses de las mayorías. Su propulsor es un hombre
que no ha temido navegar contra la corriente, pues lo
hemos visto a menudo hundir su estilete crítico en los
abscesos morales de un régimen que se precia de probo.
Las gentes elogian aún la pundonorosa denuncia que
formulara con ocasión del nombramiento del penúltimo
alcalde de Bogotá, Diego Pardo Koppel, a causa de que
éste había servido de testigo fletado en los
tribunales norteamericanos, Con el objeto de que el
país no lograra recuperar los 250.000 dólares del
célebre caso de la "maleta de Fonseca". A pesar del
pataleo del inquilino del Palacio de Nariño, el
funcionario cayó, a semejanza de su predecesor,
Hisnardo Ardila, a quien se le cogió infraganti
alegrando el matrimonio de su hija con orquesta pagada
con plata de una de las entidades del Distrito. Este
triunfo no sólo significó una dura reprimenda al
fementido "cambio con equidad" del agónico cuatrienio,
sino que traza toda una línea definitoria respecto a
la cual nos identificamos plenamente con William
Jaramillo Gómez. Quienes traicionan a Colombia no
tienen ningún derecho a gobernarla.
Hay
muchos otros aspectos claves en los que coinciden
nuestros dos movimientos. Ustedes a través del
Congreso, o de los órganos de expresión han condenado
las medidas restrictivas impuestas por el Fondo
Monetario Internacional. Se anticiparon a poner al
descubierto las intrigas, rayanas en el fraude, de que
fueron víctimas ahorradores de los llamados Grupos
Colombia y Grancolombiano, hoy bajo la curatela
oficial. Se pronunciaron categóricamente en contra de
las gratuitas mercedes en beneficio de la Occidental
Petroleum, compañía cuyas remesas de utilidades
quedaron exoneradas de impuestos en virtud de la
reforma tributaria, y que construirá, a través de una
de sus filiales y por un costo de 500 millones de
dólares, el oleoducto desde Caño Limón hasta Coveñas,
contrato cedido sin licitación previa.
La
actitud asumida por ustedes frente a los tres puntos
anteriores, recapitula todo un programa de imperiosas
transformaciones. La suerte del país estará echada sin
remedio mientras la orientación de su economía se
decida en Nueva York, sus proyectos se redacten en
inglés y los correctivos a tomar sean monitoreados por
la alianza internacional de sus acreedores. Esto no
quiere decir, como aclaraba hace poco en Bogotá
durante la proclamación de las listas de Insurgencia
Liberal de Alfonso López Caballero, que hayamos de
romper con los Estados Unidos o de prescindir
totalmente del financiamiento externo. Ninguna nación,
grande o pequeña, puede darse el lujo de suspender sus
conexiones con el extranjero. Sin embargo, en el ,
mundo dicha ligazón se mantiene desde tiempos
inveterados sobre la base del lucro de los poderosos y
en detrimento de los débiles. De allí que el primer
paso de la larga marcha hacia el progreso de Colombia
consista en el afianzamiento de su autodeterminación
nacional. Sin ella no habrá préstamo que ayude,
recurso que rinda o esfuerzo que fructifique.
Nos
hallamos igualmente de acuerdo en que el agio y la
usura, esas carcomas de la inciativa fecunda de los
particulares, han de ser suprimidos de raíz. En
nuestro ámbito nos tropezamos con una serie de
deformaciones típicas de las naciones atrasadas y
dependientes. No hemos salido aún de la artesanía y el
minifundio y ya contamos con mastodontes financieros a
los cuales acuden inevitablemente quienes aspiran a
fundar o a sostener cualquier empresa chica, mediana o
grande, en la esfera agrícola, comercial o fabril.
Subordinación absoluta que estimula el establecimiento
de tasas de interés confiscatorias y el manipuleo de
las acciones de las sociedades caídas bajo el doMinio
de un sistema que ha amasado inmensos caudales
estrangulando su único sustento: las actividades
creadoras de bienes y servicios. Al comienzo la fuente
se estimó inagotable; pero tras la quiebra de la
industria desfilaron los balances deficitarios de los
bancos. La nueva deidad, como la antigua, también se
había devorado los hijos. Entonces principió a
comprenderse que el fascinante universo de las
finanzas era apenas la ganancia de la producción
material impresa en títulos, bonos y cupones. De un
modo tal que los diferentes gremios al unísono recaban
la merma del precio del dinero, factor al cual le
atribuyen no poca incidencia en los agudos destrozos
del reciente colapso recesivo o en los retardos de la
recuperación. Un período sin mayores alternativas, al
menos en el futuro inmediato, que seguirá marcado por
los graves altibajos y las hondas distorsiones de la
economía, por los concordatos y las nacionalizaciones
de flamantes firmas, incluidos los denominados
intermediarios financieros, decretadas no en gracia a
la acción planificadora del Estado, sino como secuela
de las bancarrotas. Por eso hablar de la "revolución
del desarrollo" a la manera alvarista, ignorando estas
verdades del barquero, es lisa y llanamente proponer
lo contrario de lo que se prefiere.
En
cuanto al aprovechamiento de las riquezas naturales
por conducto de los contratos de asociación con los
consorcios de las repúblicas desarrolladas, valga una
glosa parecida a la que arriba consignamos. Nuestro
vasto y accidentado territorio guarda en sus entrañas
ricos yacimientos de combustibles y de materias primas
de importancia estratégica; sin embargo, carecemos en
general de maquinarias o de tecnologías avanzadas que
nos permitan la extracción competente de los mismos.
Aplazar su explotación hasta cuando estemos en
condiciones de efectuarla por nuestra propia cuenta
sería tanto como inventar la bicicleta. Las voces
partidarias de que el país se amolde a su grado de
preparación, por mucho que crean proteger la patria de
los peligros foráneos o pregonen la necesidad de
remediar el desempleo mediante la propagación de las
formas productivas de bajo rendimiento, no hace otra
cosa que prosternarse ante el atraso, propiciando
irónicamente los males que combaten. Los árabes
afirman: más vale la cizaña de tu país que el trigo
del extranjero. Adagio fundido en la fragua de una
larga y adversa historia de humillaciones nacionales y
que tiene sentido siempre y cuando concierna a los
vitales asuntos de la soberanía. Pero en el terreno de
la ciencia y de la técnica debemos ser conscientes de
nuestras deficiencias y no rehusamos a recurrir
adecuadamente a la experiencia internacional. Tras la
conformación de un Estado compuesto por las clases
patrióticas y democráticas, de la que no excluimos a
industriales, agricultores, ganaderos, ni a ningún
estamento o persona que desee colaborar en la
prosperidad de Colombia, los contratos de asociación
que se realicen sobre la base del beneficio recíproco
con las compañías de los centros industriales del
mundo no son únicamente viables sino convenientes. La
fobia que entre nosotros despierta ese tipo de
asociaciones proviene con justicia de los daños que
éstas le han irrogado al país, pues las cláusulas
suscritas y los encargados de aplicarlas legitiman las
arbitrariedades o las usurpaciones, con lo cual por
fuerza renunciamos a hacer un uso racional,
planificado, armónico y soberano de cuanto nos
pertenece.
En suma,
las concordancias alcanzadas y que facilitaron nuestra
inclusión y respaldo a las planchas del directorio
orientado por William Jaramillo Gómez, giran alrededor
de materias de innegable trascendencia para el
porvenir de la nación y el bienestar del pueblo.
Aspiramos por ende a que la cooperación consiga
superar la barrera del 9 de marzo y se acentúe en sus
facetas esenciales. No se trata de desvanecer la
frontera entre las dos organizaciones, ni aun de
evitar el brote de opiniones encontradas. Cuando
iniciamos el acercamiento hacia las múltiples
afluencias en que se hallan fraccionados el
liberalismo y el conservatismo, conocíamos de los
prejuicios, prevenciones o reservas existentes en el
seno de las viejas colectividades respecto al
archipiélago de grupos y subgrupos clasificados bajo
el membrete genérico de "izquierda", un distintivo que
en Colombia sirve para todo aunque no exprese nada. Al
escuchar las explicaciones referentes a la unidad,
algunos de nuestros nuevos aliados no ocultaban su
asombro de que el MOIR, un partido de corte
revolucionario, saliese en defensa de la actividad
productiva de la nación. Otros no podían creer que
proscribiéramos el sabotaje o la destrucción de
máquinas y plantas como instrumentos de lucha en los
conflictos sindicales. Los demás se mostraron
vivamente interesados en la consigna de civilizar la
confrontación política, comprendiendo la urgencia de
impedir que el debate partidista o la controversia
ideológica se resuelvan por medio del terror, el
atentado personal o cualquier otro expediente
intimidatorio. Realmente ninguna de las agrupaciones
con las cuales conversamos rechazó nuestras
sugerencias, al punto de que casi en todas partes
hemos convenido, con los movimientos más disímiles,
diversos mecanismos de colaboración, a fin de no ir
solos a las próximas elecciones. No hicimos por
supuesto contacto con quienes por definición se
encuentran al margen de los cuatro enunciados
unitarios, particularmente, con los apologistas de uno
y otro, extremo de la Administración Betancur, cuyos
moldes, modelos y modales debieran ser desterrados
para siempre de la vida pública.
Un mes
de encuentros, de intercambio de puntos de vista, de
despeje de malos entendidos, me condujeron a la
inopinada conclusión de que las confusiones en torno a
los postulados y cometidos de las fuerzas
revolucionarias son mucho más descomunales de cuanto
suponemos, fenómeno supremamente lamentable en un país
en donde el socialismo aguarda todavía por la
culminación de las realizaciones democráticas. En ello
han incidido miles de causas: la acción permanente de
la propaganda oficial, el sectarismo y las aventuras
de la extrema izquierda, la incipiente conciencia de
clase de los trabajadores y su baja participación en
la política, el desconocimiento de los verdaderos
problemas de la nación, el desprecio por la teoría,
etc. Por eso la difusión de nuestras propuestas
ayudará enormemente a esclarecer el panorama, ya que
surgen de las reales, actuales y principales
contradicciones de Colombia y no de la mente de
ninguno de nosotros.
¿Existe
o no un estancamiento económico de vieja data, ahora
agravado con las exigencias de los prestamistas
internacionales? ¿Puede Colombia desarrollarse sin el
pleno rescate de su autodeterminación nacional, sin el
exterminio del agio y de la usura, sin el saneamiento
del fisco, sin la suspensión de las emisiones del
Banco de la República, sin el disfrute racional y
planificado de sus recursos? Naturalmente no. Y esto
es precisamente lo que queremos que se dilucide,
porque el hambre de los obreros y los campesinos no va
a mitigarse con los comunicados del doctor Ariel Armel
ni con las tienditas del Idema.
Tampoco
estamos divagando cuando prevenimos acerca de las
acechanzas de la Unión Soviética. ¿Acaso no ha
revivido la Santa Rusia sus sueños imperiales? ¿No
acumula años ocupando con su propio ejército a
Afganistán, y con las tropas de sus testaferros a
Kampuchea y Lao, a Angola, a el Líbano? ¿Con su
creciente influencia en Centroamérica no ha empezado a
encender en el Continente otra conflagración regional
dentro de las varias que auspicia tras sus planes de
presionar una nueva repartición del globo?
Irrefutablemente sí. Ello también amerita ser
debatido, puesto que el Presidente Belisario Betancur,
por maquillarse de izquierdista en aras de la futura
reelección, agotó su diplomacia congraciándose con los
prosoviéticos de dentro y fuera, amparado en la excusa
de la "pazg" y a costa de minar la soberanía y acceder
al proselitismo armado de los comandantes de La Uribe.
La
aparición en la arena política de modalidades de
choque francamente degenerativas, que invaden los
predios del delito común y a veces adquieren visos de
lances de honor o de venganza, configura otro de los
signos inquietantes de la encrucijada del momento. ¿0
será que nos lo imaginamos? ¿Pero qué decir entonces
del secuestro reivindicado políticamente, de la
centena de fosas abiertas en Tacueyó para precaver la
infiltración enemiga, de los atentados a tres miembros
del Comité Central del Partido Comunista atribuidos a
una disidencia, del ametrallamiento de Oscar Willíam
Calvo y Ricardo Lara Parada, de la muerte de Luis
Eduardo Rolón a manos de una cuadrilla de las Fare que
intenta barrer al MOIR en el sur de Bolívar... y del
rosario sin fin de atrocidades consumadas por la
retaliación de la derecha? He ahí el tercer asunto
sobre el cual esperamos se arroje luz, por cuanto el
incremento de tal suerte de violencia amenaza
seriamente las libertades públicas y en especial los
derechos de las clases laboriosas.
Como se
ve, la política esbozada trasciende de las vicisitudes
de unos comicios a los cuales no les restamos
incidencia, pues elevarán a la cima a otro mandatario
que, según las apuestas, si no es Barco sería Gómez,
reajuste que desde ya anuncia el desmonte definitivo
de la función belisarista. No obstante, el cambio de
Presidente no modifica mucho las cosas. Con los amigos
seguiremos ventilando las pautas de un replanteamiento
unitario, y ante el próximo gobierno, como desde hace
veinte años, mantendremos firmes nuestros mismos
reclamos. Sobra añadir que el desarrollo de la
producción nacional, y la preservación de las
libertades, comprendida la de Colombia, constituyen
premisas no suficientes pero sí necesarias para el
mejoramiento en las condiciones de vida y de
organización del pueblo, nuestro cuarto y básico
objetivo. Aun cuando participamos en las listas
votaremos en las elecciones fundamentalmente por los
aliados, con la contraprestación de poder realizar una
extensa campaña que nos permita la siembra entre las
masas de las nuevas ideas. Y sembrar es esparcir.
Muchas
gracias.
-----
Palabras
pronunciadas por Francisco Mosquera, en acto celebrado
en Medellín, en que el directorio liberal de William
Jaramillo Gómez ratificó sus listas, el 18 de febrero
de 1986. Publicado en El Tiempo de febrero 23 de 1986.