Viene de Parte Cuatro:
Historia y Situación Actual. En esta Sección
Parte Cinco: La Lucha Interna
Capítulo
V
La Lucha Interna
Cuál es la razón de ser del MOEC?
La
razón de ser del MOEC es la revolución,
persistir en ella y llevarla hasta la
construcción comunista de la sociedad. El
Movimiento no es un fin, sino un medio para
alcanzar un fin; la revolución. En este
sentido el Movimiento es un instrumento de la
clase obrera para vencer a su enemigo burgués.
El partido es una necesidad impostergable,
irreemplazable. El partido sirve a la
revolución; pero esta es imposible sin aquel.
Las clases cuando luchan entre sí dentro de
las sociedades de explotación, recurren a
todos los medios para prevalecer. Cada clase
tiene su propia concepción del mundo, del
hombre y de la sociedad (las doctrinas y
políticas) y sus propias organizaciones
rectoras (los partidos). A la clase
oligárquica de Colombia le parece que nuestra
sociedad tal como está es aceptable y lógica,
justifica a como de lugar la doble explotación
que ejerce con el imperialismo a los obreros,
a los campesinos y al pueblo en general; dice
que el mundo siempre ha sido igual, dividido
sin remedio entre príncipes y vasallos,
afortunados y desgraciados, ricos y pobres. A
través de la “gran prensa” y todo su aparato
propagandístico confunde al pueblo con
versiones mentirosas sobre los acontecimientos
diarios y ensalza a los verdugos más
deshonestos e inmorales de su fauna dirigente.
Crea sus propios partidos (conservador,
liberal, MRL) para organizar el apoyo a sus
gobiernos y a sus privilegios exclusivos de
amos absolutos. Se le oye pregonar que sus
partidos, sus gobiernos, sus fuerzas armadas,
son de todo el pueblo y que representan por
igual los intereses de los explotadores y
explotados. Predica el entendimiento entre las
clases, la paz entre el señor y el siervo,
entre el capitalista y el obrero, falseando la
tremenda realidad de la explotación y
esclavitud que ejerce violentamente sobre las
clases dominadas.
Por su parte la clase obrera también tiene su
propia ideología: el marxismo-leninismo, que
explica científicamente el mundo y todas las
leyes que lo rigen, con su concepción
materialista del hombre y de la sociedad. Como
clase explotada es revolucionaria, y predica
que el mundo burgués no es la cumbre del
desarrollo histórico que la situación actual,
es superable, que el gran paso es la
colectivización de los bienes y medios de
producción y la instauración de las relaciones
socialistas y comunistas posteriormente.
Reconoce ampliamente la lucha de clases.
Investiga y defiende la verdad porque esta le
conviene. A la clase obrera le interesa
conocer a fondo las relaciones capitalistas de
producción, las consecuencias de la esclavitud
del trabajo asalariado, la situación real del
pueblo, porque en la existencia real de la
explotación y la miseria está la fuerza de sus
argumentos convincentes y la justeza de su
lucha. La clase obrera necesita, más que la
burguesía, del partido para preservar su
ideología, organizar al pueblo y lograr la
victoria. Este problema del partido es para el
proletariado asunto de vida o muerte. La clase
obrera participa en la lucha política como
algo fundamental de su existencia, porque es
su liberación lo que está en juego. El partido
es el alma de su política.
Quiere decir lo anterior que todos los obreros
de Colombia comprenden esto de la necesidad
del partido? No. Una inmensa cantidad de los
obreros del país, a pesar de que efectúan una
lucha económica y política, desconocen estas
cosas básicas, y hasta se matriculan en los
partidos de la oligarquía. Por qué? Porque la
educación y la propaganda impartida por la
burguesía los convence, digamos mejor los
corrompe, y se dejan engañar. Por eso el
elemento revolucionario consciente, o sea el
dirigente marxista-leninista, está llamado a
desempeñar un papel de primera magnitud en
esta lucha por la creación del partido y de la
conciencia de la clase obrera.
Hemos visto como en el MOEC subsisten los
vicios y las desviaciones
antirrevolucionarias, lo que demuestra que la
organización partidista del proletariado no se
escapa, tampoco de la influencia enemiga.
Tener un partido marxista-leninista no
significa lograr algo especial que se pueda
preservar totalmente de la contaminación de la
ideología burguesa. El estar el partido a la
vanguardia del bando obrero no lo aparta de
las influencias del bando burgués, porque el
partido del proletario tiene que enfrentar una
realidad saturada por la ideología, las
costumbres y la moral de la clase dominante,
es decir, enfrentar la sociedad capitalista
contra la que lucha para transformarla. El
partido como la clase obrera no puede escapar
a ese medio burgués; inevitablemente se verá
asediado por la ideología burguesa, inclusive
después de la toma del poder.
La ideología y las costumbres de la burguesía
penetran con mayor facilidad al partido,
cuando no se hace una severa selección de
clase y se permite un porcentaje considerable
de militantes de extracción pequeño-burguesa
frente al elemento obrero. La experiencia del
MOEC corrobora este hecho. La historia de
otros partidos revolucionarios también
comprueban lo mismo. El Partido Comunista de
Colombia, que lo controlan la burguesía y la
pequeña-burguesía oportunista, ha traicionado
a la clase obrera y a la revolución. Muchos
otros como el FUAR, terminaron desapareciendo,
sin lograr nunca colocarse a la vanguardia del
proceso revolucionario. Si profundizamos más
estos ejemplos de los partidos revolucionarios
que se han quedado al margen de la revolución,
encontraremos en todos ellos un denominador
común: la influencia predominante de la
ideología burguesa.
Qué se desprende de este peligro en que vive
el Movimiento por la infiltración de la
ideología enemiga en sus filas? De este
peligro se desprende la necesidad de la lucha
interna dentro del Movimiento. El enemigo
interno produce casi siempre mayores estragos
que el enemigo externo. Se acepta comúnmente
que la mejor manera de vencer una plaza es
desde dentro. Por eso hay que luchar
internamente en el partido y entender que esta
lucha es parte de la lucha de clases en
general que se libra fuera del partido.
Reconocer el peligro de la infiltración
ideológica enemiga en el Movimiento, no
significa reconocer que el triunfo sobre el
oportunismo es imposible. Precisamente la
lucha interna se desarrolla para expulsar de
la organización todos los residuos burgueses
que hayamos recogido en el camino. El triunfo
de las fuerzas marxistas-leninistas es
inevitable y la experiencia de muchos partidos
comunistas del mundo lo confirman.
UNIDAD
Y DIVISIÓN
Actualmente en el MOEC se desarrolla una lucha
interna aguda, que llega a profundas
divisiones orgánicas. Las fuerzas
revolucionarias han tomado una posición
critica contra el oportunismo y exigen la
rectificación completa de todos los errores
que hemos venido analizando en el presente
material. Piden la liquidación terminante de
las prácticas mercenarias, de las conductas
liberales, del oportunismo en síntesis, y se
han enfrentado con valor a todos los
oportunistas, a quienes desenmascaran ante la
militancia. Muchos compañeros del Movimiento
han sido sacados del engaño y han elevado
considerablemente la capacidad ideológica en
la participación de la lucha interna.
Sin embargo existe aún compañeros, que por
falta de profundizar más en el estudio de las
contradicciones internas, inclusive debido
también a que algunos compañeros no comprenden
porqué hay lucha interna en el Movimiento, se
desesperan, levantan los brazos al cielo y
anatematizan la “división y el caos”. “Oh la
división¡”, exclaman: y suplican por la
unidad: “Estábamos mal – reconocen – pero la
división es peor”. Estos compañeros creen que
la lucha interna se desarrolla sin necesidad y
que es la causa de la división. Cuando se hace
un análisis superficial se llega a
conclusiones erróneas como esta y no se puede
efectuar una práctica acertada para resolver
las contradicciones.
La división en el partido es producida por la
presencia de intereses contrarios a la
revolución dentro de sus filas. Todo lo que
vaya en contra de la naturaleza del
Movimiento, de sus principios
marxistas-leninistas, de sus objetivos
revolucionarios, es causa de la división. Por
eso toda división en el partido es
consecuencia de la labor enemiga, de cuya
influencia no se escapa, como ya vimos, la
organización marxista-leninista. La clase
dominante mina la vanguardia proletaria con su
ideología, sus creencias a través de los
elementos vacilantes, de inclinación burguesa
y bajo nivel ideológico. Allí donde en el
partido aparezca el germen de la influencia
burguesa enemiga, se desarrolla un proceso
divisionista que debemos combatir para
proteger la unidad. La lucha interna contra
los errores y desviaciones es a la vez una
lucha por la unidad, porque solo la ideología
marxista-leninista, su práctica correcta para
hacer la revolución, produce la unidad
indisoluble del partido.
Veamos un ejemplo: en un organismo de base del
Movimiento, en una célula un compañero
comienza a dar una prueba de indisciplina, no
cumple a cabalidad con las tareas que se le
encomiendan, muestra pereza y despreocupación
por las cosas de la revolución, se le ha visto
perdiendo el tiempo en placeres que fomenta la
burguesía, como el alcohol, etc. Este
compañero no tiene una conducta
revolucionaria, y para justificar su baja
moral se le oye decir: “No debemos ser tan
exigentes. Nadie tiene porqué fiscalizar la
vida íntima de cada uno”. La célula afronta un
caso concreto en que se quiere introducir en
el Movimiento conceptos y prácticas contrarios
al espíritu revolucionario de clase y a la
ideología marxista-leninista. La contradicción
se desarrolla, y hay que hacer algo, porque la
unidad de la célula está amenazada. La crítica
de los malos procederos del compañero se hace
y se le refutan sus conceptos liberales y
burgueses. La célula estudia y consulta la
experiencia del Movimiento y trabaja así por
la unidad, haciéndole claridad al compañero
equivocado. El compañero reconoce sus errores,
se hace una autocrítica sincera, rectifica sus
expresiones antirrevolucionarias y en la
práctica da muestras de interés y cumplimiento
a cabalidad de sus responsabilidades. Qué ha
pasado en la célula? Se ha logrado la unidad,
en la única forma posible, consolidando el
espíritu revolucionario y las concepciones
marxistas. Hubo un brote divisionista que fue
dominado en su nacimiento. Los compañeros que
hicieron la crítica y consultaron la teoría
revolucionaria, lucharon internamente y
lograron la unidad.
Pero si el desarrollo de la contradicción de
la célula hubiese tomado otro rumbo, a causa
de que los compañeros no le dieron importancia
a la conducta errónea y a las expresiones
burguesas del militante indisciplinado, o a
causa de la superficialidad en el análisis, no
se hubiera comprendido la gravedad de los
errores ni la critica se hubiera hecho,
entonces la célula tomaría una actitud
conciliacionista. El compañero equivocado
reafirmaría su posición e influiría sobre los
demás compañeros con sus conceptos
conciliacionistas. La cuestión sería más
difícil, la contradicción sería más honda y la
división de la célula sería inevitable. Habría
que recurrir al organismo superior y hasta
tomar medidas de sanción. En este caso la
influencia enemiga se consolidó en la célula y
produjo la división; los demás compañeros no
lucharon internamente, no lucharon por la
unidad.
En este sentido unidad y lucha son dos
términos inseparables. La unidad nunca la
conseguiremos dentro del Movimiento si no
luchamos internamente de manera constante por
el predominio de la ideología proletaria y por
la aplicación de las líneas estratégicas y
tácticas que le den victorias al proletariado
y a las masas antiimperialistas.
Qué equivocados están los compañeros que
pregonan la unidad como un acuerdo al margen
de los principios, o creen que la división
obedece a caprichos personales de los más
caracterizados representantes de las
tendencias en pugna. La unidad no se consigue
haciendo la unidad. Hacer la critica y atacar
al oportunismo es para muchos oportunistas de
“borrón y cuenta nueva”, porque a estas horas
no estamos para divisiones ante el auge de
otros grupos revolucionarios. Estos compañeros
alegan cosas por el estilo, no comprenden, por
falta de un estudio más profundo de las
contradicciones actuales del Movimiento, que
la unidad con los oportunistas es ahondar la
división, hacerla más irreparable en un futuro
cerca, es la liquidación definitiva del
Movimiento y es la traición a la revolución.
Por qué actualmente las contradicciones
internas del Movimiento llegan a divisiones
orgánicas? Precisamente porque en el pasado se
concilió con los mercenarios no se
rectificaron las falsas concepciones y el
oportunismo hizo carrera en la organización
logrando grande influencia en muchos
compañeros engañados de la base. Hoy criticar
lo que se había tomado como justo durante
años, investigar profundamente nuestra
historia y señalar todos los vicios
ideológicos, políticos y organizativos que
hemos incubado, es una tarea dura que se venía
postergando y agravando. Los oportunistas no
tienen la menor intención de cambiar sus
prácticas mercenarias, ni de reconocer el
concepto filibustero de su internacionalismo,
ni cejar en sus indisciplinas, justifican el
estancamiento que en todos los ordenes ha
tenido la organización y la responsabilidad
que le compete como causantes directos de este
estancamiento. Antes por el contrario riegan
calumnias, señalan a quienes lo critican como
divisionistas y continúan engañando a algunos
compañeros con falsas promesas (14). Esta
actitud de los oportunistas, esta incapacidad
suya de no reconocer ni rectificar los
errores, lleva las contradicciones internas a
una situación antagónica, con divisiones
orgánicas. Sin embargo este fenómeno, no se ha
presentado exclusivamente en el MOEC, como
algunos compañeros lo creen, sino que lo han
vivido otros partidos comunistas en
situaciones mucho más difíciles que la
nuestra. La lucha interna es el precio que
exige el fortalecimiento del partido.
Veamos lo que dice Mao Tse Tung, al tratar el
problema de las contradicciones internas en el
partido:
“Como hemos señalado, la contradicción entre
las ideas correctas e incorrectas dentro del
partido comunista es el reflejo en el partido
de las contradicciones de clase, mientras
existen las clases. Al comienzo o en lo que se
refiere a ciertas materias aisladas, tal
contradicción, no se manifiesta necesariamente
de inmediato como antagónica. Pero con el
desarrollo de la lucha de clases puede también
desarrollarse y transformarse en antagónica.
La historia del Partido Comunista de la URSS,
nos muestra que la contradicción entre las
ideas correctas de Lenín y Stalin y las ideas
incorrectas de Trosky, Bujarín y otros,
tampoco se manifestó al comienzo de un modo
antagónico, pero posteriormente se desarrolló
y se convirtió en antagónica. Un caso similar
ocurrió en la historia del Partido Comunista
de China. La contradicción entre las ideas
correctas de muchos de nuestros camaradas en
el partido y las ideas incorrectas de Chen Tu
Siu, Chang Kuo Tao y otros, tampoco se
manifestó al comienzo de un modo antagónica, y
si los camaradas que han cometido errores son
capaces de corregirlos, no llegará al
antagonismo. Por consiguiente el partido debe
llevar a cabo, por una parte, una seria lucha
contra las ideas incorrectas, y por la otra,
deben dar a los camaradas que han cometido
errores, oportunidad suficiente para que se
den cuenta de ellos. En tales contradicciones,
es obviamente inadecuado librar una lucha
excesiva. Pero si aquellos que han cometido
errores persisten en ellos y los agravan,
entonces la contradicción tiene posibilidades
de convertirse en antagónica” (15).
De manera, como hemos visto toda contradicción
dentro del partido es reflejo de la lucha de
clases que se libra fuera de él; toda
contradicción en el partido se desarrolla
entre la ideología enemiga infiltrada y el
marxismo-leninismo. Lo que pasa es que estas
contradicciones del partido, como lo señala
Mao, no llegan a ser antagónicas, no llegan a
divisiones orgánicas, sino cuando los que
defienden las falsas ideas en el seno del
partido, no solo no reconocen sus errores y
equivocaciones, sino que persisten en ellos y
los agravan. Es decir, cuando la realidad ha
demostrado las inconveniencias de las
concepciones oportunistas y las críticas que
se hace a los oportunistas son rechazadas por
estos en un abierto y descarado enfrentamiento
con el partido y con la revolución. Por eso el
elemento crítico y autocrítico cobra hoy para
nosotros todo su valor como herramienta, para
depurar y fortalecer el Movimiento, y la
posición que se tome frente a esta herramienta
define al oportunista y al revolucionario.
Los oportunistas alegan otras cosas. Por
ejemplo que el procedimiento que hemos llevado
en la lucha interna ha sido equivocado porque
no hemos respetado los estatutos y demás
normas organizativas. Cuáles estatutos? Esos
estatutos liberales que la organización y sus
más destacados dirigentes han olvidado por
incongruentes? Cuáles normas organizativas,
las que los oportunistas nunca cumplieron y a
las que hoy recurren hipócritamente con la
efímera esperanza de que no se ahonde la
crítica de sus pasados ni se corrijan
sustancialmente sus conductas? Muy pobre la
argumentación de estos señores leguleyos. Las
normas leninistas del partido las cumplimos;
pero también cumplimos con los demás
principios marxistas-leninistas. El
revolucionario hace vida de partido en su
organismo, practica permanente la moral
proletaria, cumple con todos sus deberes
revolucionarios y lucha por hacer de su
partido una verdadera vanguardia leninista, y
no espera para hacer estas cosas cuando se lo
requieran o cuando lo estén mirando. Pero por
sobre todo la organización leninista es un
medio para la revolución, sus normas
organizativas no le sirven más que a la
revolución.
La organización leninista no es posible
concebirla, con sus principios organizativos,
con su disciplina férrea, si va dirigida a
impulsar la revolución. Mal podría haber una
organización leninista, respetando las normas
leninistas de organización, al servicio del
oportunismo. Por eso los oportunistas no
pudieron crear nunca una organización
leninista, el MOEC ha sido tradicionalmente un
partido con normas organizativas liberales,
precisamente porque estaba al servicio de
prácticas mercenarias y porque las
concepciones del oportunismo eran las que
prevalecían.
La última argumentación de los oportunistas es
la de que la corriente que dentro del
Movimiento los critica, debe someterse a su
disciplina porque los representantes de esta
corriente en el último Comité Ejecutivo son la
minoría de este organismo; y lanzan
acusaciones de “liberalismo” porque hemos
desconocido este organismo salido del IV
Plenum. El principio de que la minoría se debe
someter a la mayoría ha de cumplirse
rigurosamente dentro del partido. Pero este
principio organizativo, como todos los demás,
está basado en el supuesto de que el partido
sirve a la revolución, es su destacamento más
avanzado. Pero cuando la mayoría del partido
es traidora a la revolución, el cumplimiento
de esta norma es igualmente traidor a la
revolución. No se puede exigir el cumplimiento
de unos principios a la vez que se violan
otros. La burguesía no tiene inconveniente de
aceptar ciertas cuestiones fundamentales del
marxismo, pero rechaza otras, para lograr una
revisión hábil de la doctrina proletaria. Así
los oportunistas piden únicamente el
cumplimiento de los principios que les
convienen y sobre todo cuando les convienen.
Leamos un aparte de Stalin en que se refiere a
la política de principios practicadas por
Lenín:
“Los jefes de un partido no pueden
menospreciar la opinión de la mayoría de su
partido. La mayoría es una fuerza que un jefe
no puede dejar de tener en cuenta. Lenín lo
comprendía bien como cualquier otro dirigente
del partido. Pero Lenín nunca fue prisionero
de la mayoría, sobretodo cuando la mayoría no
se apoyaba en una base de principios. Hubo
momentos en la historia de nuestro Partido en
los que la opinión de la mayoría o los
intereses momentáneos del Partido chocaban con
los intereses fundamentales del proletariado.
En tales casos, Lenín, sin vacilar, se ponía
resueltamente al lado de los principios, en
contra de la mayoría del Partido. Es más; en
tales casos no temía luchar, literalmente,
solo contra todos, estimando, como decía a
menudo, que “una política de principios es la
única política acertada” (16).
En
nuestro caso, dentro del Movimiento, no
podemos rendirnos ante la mayoría del Comité
Ejecutivo Nacional, porque ello significa la
aceptación del mercenarismo, de la piratería
internacional y del oportunismo en todas sus
expresiones. Sería traicionar a la revolución
y al pueblo. Esta es una etapa difícil que
exige tomar determinaciones de gran
trascendencia. Se cumple un proceso de
fortalecimiento de las fuerzas leninistas y de
debilitamiento progresivo de las fuerzas
oportunistas. El Movimiento dará un gran salto
dialéctico para convertirse en un partido
marxista-leninista. La línea interna a seguir
es la de apoyar las fuerzas
marxistas-leninistas del Movimiento, rodearlas
y colaborar con ellas en su lucha por aislar y
derrotar a los oportunistas. Los principios
organizativos de respetar la mayoría, de
someter los organismos inferiores a los
superiores, del centralismo democrático, de la
dirección colectiva, etc, los vamos a tener
muy en cuenta y los vamos a cumplir en las
relaciones orgánicas de las fuerzas
revolucionarias, nos daremos una vida de
partido para fortalecer las fuerzas
revolucionarias en su lucha interna y externa.
Este será el nuevo MOEC. El camino de la
unidad es el camino de la lucha contra el
oportunismo.
LUCHA
INTERNA Y PRÁCTICA REVOLUCIONARIA
Se generaliza peligrosamente la creencia de
que se está perdiendo demasiado tiempo y
demasiadas energías en la lucha interna. Cosas
iguales o por el estilo se les oye decir a
muchos compañeros militantes de base, que
preocupados por la situación actual de
división en que se encuentra el Movimiento,
desean un avance organizativo rápido, sin
tener en cuenta las condiciones concretas en
que se desarrollan el partido y la revolución.
Da la impresión que la lucha interna, por
exacerbada y por haber golpeado en todos los
niveles está perjudicando al Movimiento y lo
está distrayendo de sus tareas importantes. En
este error se ha incurrido por concebir una
lucha interna apartada de la práctica
revolucionaria.
Hay compañeros que creen que la lucha interna
es una discusión interminable sobre unas
mismas cosas y que en esta discusión se van a
resolver todos los problemas por eso concluyen
que la lucha interna estanca la organización y
aconsejan que le dediquemos más tiempo a
fortalecer los regionales. Que dejemos a la
lucha interna los ratos libres.
No todos los caminos conducen a la revolución,
sólo hay uno, el científico, el que conoce las
condiciones de Colombia, y ese debemos hallar
y señalárselo a los revolucionarios. La lucha
interna es la contienda de la concepción
marxista de la revolución contra uno o más
concepciones falsas de la revolución. Cada
concepción tiene puntos de vista muy
diferentes, diametralmente opuestos, sobre la
organización del partido, sobre la lucha
armada, sobre el internacionalismo proletario,
sobre la línea de masas, como ya lo
estudiamos. Si tomamos los criterios
oportunistas como guía para realizar estas
tareas obtendríamos dividedos desastrosos, no
haríamos avanzar la revolución, continuaremos
postrados ante el liberalismo y la
irresponsabilidad, como si nada hubiéramos
aprendido en estos siete años de duras
experiencias. De tal manera que el problema no
lo podremos reducir a “trabajemos por el
fortalecimiento de la organización”, sin
importarnos qué criterio vamos a seguir. No se
trata de llevar adelante la revolución en
abstracto, sino de saber ante todo cómo, con
qué métodos, teniendo en cuenta qué
condiciones, cumpliendo qué leyes la vamos a
impulsar. En este sentido la discusión actual
de la lucha interna es para definir con
claridad meridiana las cosas que haremos de
aquí para arriba, aprovechando nuestra
experiencia, porque veníamos muy mal. No se
discute para matar el tiempo como creen
equivocadamente algunos compañeros.
Separar la lucha interna de la práctica
revolucionaria es conciliar con el
oportunismo. La lucha interna hay que llevarla
a la realización de una práctica correcta, los
oportunistas no crean organismos leninistas,
nosotros si vamos a crearlos. Si los
oportunistas persisten en especular con la
solidaridad de los partidos y los pueblos
hermanos (la que pronto se les agotará) y con
los planes fantásticos, nosotros vamos a
basarnos en nuestros propios esfuerzos y a
planificar objetivamente. Si los oportunistas
no le reconocen ningún valor a la critica y
autocrítica, nosotros vamos a hacer buen uso
de ellas. Son dos concepciones distintas y a
la vez dos prácticas distintas. Si no llevamos
a la práctica nuestras concepciones
revolucionarias, antioportunistas, no sabremos
nunca si tuvimos la razón. Hasta ahora tenemos
un criterio definido sobre algunos problemas
capitales de la revolución y sabemos de los
resultados negativos y liquidacionistas del
oportunismo. También conocemos parte de la
experiencia universal del proletariado en su
lucha revolucionaria, estudiada por muchos
compañeros. De estos principios y leyes, de lo
que se trata ahora es de comprobar si estas
normas, estos principios y estas leyes le dan
victorias a las fuerzas revolucionarias para
continuar aplicándolas, para ello debemos
llevarlos a la práctica. Así trabaja y aprende
el verdadero marxista.
DEBEMOS
PROFUNDIZAR Y EXTENDER LA LUCHA INTERNA
La superficialidad es una de las fallas
comunes y corrientes en el Movimiento y
consiste en que los militantes en su gran
mayoría están acostumbrados a mirar los
problemas de la organización a vuelo de
pájaro, se contentan con el conocimiento de
los fenómenos aislados y más visibles y de las
contradicciones externas. Estamos obligados a
conocer profundamente las causas que
originaron la lucha interna, observar y
estudiar todos y cada uno de los aspectos de
las contradicciones internas, aisladamente y
en conjunto, y sacar conclusiones. Por eso
hemos insistido hasta el cansancio sobre la
necesidad de partir del análisis objetivo de
nuestra historia para comprender porqué fueron
desenmascaradas y porqué debemos combatirlas.
Esta labor será lenta y difícil por la
carencia de balances e informes verídicos de
nuestras experiencias.
Todos los organismos regionales deben escuchar
a los compañeros que puedan dar claridad sobre
nuestro pasado y sobre la situación actual de
la lucha interna, investigar la objetividad de
todos los informes y aclarar los puntos
oscuros. Igualmente deben capacitar a los
compañeros de menor nivel ideológico para que
puedan desmenuzar y comprender todos los
problemas que tenemos. Si no hacemos estos
trabajos para profundizar y extender la lucha
interna, continuaremos en el mismo liberalismo
que hasta hoy y seguiremos flotando en el
ambiente de la superficialidad y de la
irresponsabilidad.
Veamos a manera de ejemplo una situación muy
típica a que llegan muchos compañeros que no
profundizan en el estudio de las
contradicciones internas. La división entre
oportunistas y revolucionarios la limitan a la
diferencia entre ladrones y no ladrones. Que a
tal oportunista no se le ha comprobado ningún
robo a la organización, pues entonces es un
revolucionario integral. Al oportunista lo
clasifican en general por la mayor o menor
cantidad de recursos que malversó. Esto es
observar apenas una manifestación muy visible
del oportunismo en el Movimiento y juzgar por
ella a todo el oportunismo. Es además tener en
cuenta únicamente las consecuencias del
oportunismo en un campo y al mismo tiempo
despreocuparse de las causas que hacen
posibles estas consecuencias y de las
desviaciones ideológicas, de principio, que
implican las aberraciones oportunistas en
todos los campos políticos, organizativo,
militar. Resulta muy fácil para cualquier
compañero honesto de la organización decir si
el robo de dineros es algo bien hecho o mal
hecho. Si le preguntáramos a una persona
revolucionaria que no esté en el Movimiento
qué concepto le merece estos errores, nos
respondería que el desfalco a la causa del
pueblo es una falta grave. Inclusive los
oportunistas pregonan que está mal el robo de
dineros, que es una falla fusilable tratando
de eludir sus responsabilidades en otros
aspectos. Pero si nosotros le preguntáramos a
varios compañeros, de esos que están
acostumbrados a los análisis superficiales,
que nos dijeran lo que se debe hacer para
evitar en el futuro que se repita en el
Movimiento esta misma clase de errores,
estamos seguros también que no darían la
solución o las soluciones acertadas; varias
respuestas se oirían, todas igualmente
ineficaces, simplemente porque quien no
conozca la verdadera raíz de las fallas, quien
no vaya hasta las causas de las mismas, hasta
las condiciones que las hicieron posibles,
quien no conoce multilateralmente la situación
interna y no sepa con posición científica la
etapa actual del desarrollo del Movimiento,
mal podría dar para estos problemas una
solución acertada que debe contemplar todas
estas cosas necesariamente.
El robo de dineros está íntimamente ligado a
las otras concepciones falsas de los
oportunistas, como el criterio mercenario del
internacionalismo, la violación del principio
de basarnos en nuestros propios esfuerzos, el
desconocimiento de las normas leninistas de
organización, el estímulo a las
manifestaciones extremoizquierdistas, la falta
de planificación y vigilancia revolucionaria,
etc. El fenómeno del desfalco de los recursos
de la organización no está aislado de las
otras concepciones oportunistas. Una de estas
lo estimulan, otras lo pretenden justificar.
Para erradicar todas las falsas concepciones,
la ideología burguesa infiltrada en el
Movimiento, son muchos los trabajos que
tendremos que efectuar los revolucionarios; no
se resuelve el problema diciendo “póngase
compañeros honestos en los cargos de
finanzas”. Los compañeros que reciocinan así
no nos resuelven, primero el problema cómo se
forman esa clase de revolucionarios, cómo se
garantiza que llegarán a esos cargos, cómo
conseguir una vigilancia efectiva a la
planificación que se haga, en fin, cómo
imprimirle a la organización un ritmo de
trabajo orgánico: Dar soluciones a la ligera
es lo mismo que hablar por hablar.
La superficialidad de otros compañeros
aconseja que para ganar la lucha interna basta
con expulsar del Movimiento a dos o tres
elementos indeseables y responsables de
grandes errores. Si así ganáramos la lucha
interna contra el enemigo el problema no
resultaría al fin de cuentas ni tan complicado
ni tan difícil. Pero la organización no
avanzará nada, no expulsará las falsas
estratégias y los falsos teóricos, mientras no
se aclare ella misma todos sus problemas,
mientras no tome las medidas efectivas y
prepare las condiciones necesarias para que
jamás se vuelvan a presentar estos mismos
problemas.
Por otra parte la falta de profundidad y
extensión de la lucha interna favorece al
oportunismo. Ya tenemos experiencias en las
que los oportunistas sacan ventaja del
conocimiento superficial de los problemas por
parte de la militancia. Al oportunista le
interesa ahora más que nunca confundir
“teorizar” en su defensa, inventar y
tergiversar la interpretación de los
acontecimientos. El ambiente de
superficialidad, de ausencia de rigor
científico en el estudio de los problemas, lo
aprovecharon hasta el máximo los elementos
oportunistas y le fomentaron sistemáticamente.
Hoy no les queda más remedio que persistir en
esa actitud. “Confundir, tergiversar,
acallar”, será el lema de combate de los
oportunistas. Mauricio Torres es uno de los
que nos habla de sus grandes sacrificios por
la revolución, de que él no se ha quedado con
un solo centavo del Movimiento (por lo tanto
no es oportunista), de que su lucha contra el
oportunismo y el revisionismo data de muchos
años, etc. Si nosotros no tenemos un
conocimiento completo y profundo del papel que
ha desempeñado Torres en el Movimiento, a lo
peor le vamos a creer todo lo que nos dice y a
tomar una posición conciliacionista frente a
sus errores. Pero si él mismo se autodetermina
la tendencia marxista-leninista de la
organización¡ Y llega, incluso, a pregonar que
él empezó a luchar contra el revisionismo en
nuestro país antes de que los compañeros
chinos, con el Presidente Mao a la cabeza,
desenmascaran públicamente a Kruschev y a sus
secuaces¡ Qué podremos responder a estas
cosas, si no hemos leído ni estudiado los
escritos de Torres y no conocemos su práctica
en las filas revolucionarias? Solo
investigando la trayectoria de Torres en la
organización sabremos a ciencia cierta que él
no luchó decididamente contra el oportunismo,
sino que concilió; que en sus escritos
anteriores a la controversia pública de los
chinos contra el revisionismo, no aparece por
ninguna parte claridad sobre quién es Kruschev
(Torres recomienda en sus “Dos Tendencias en
la Revolución Colombiana” a Nikita Kruschev
como lectura de estudio para investigar las
distintas vías de la revolución), que sus
planteamientos sobre la construcción del
partido y sobre la unidad en el partido son
oportunistas; que suele hacer una
interpretación de la historia del Movimiento
acomodada a sus intereses personales, en la
que se cuida de pasar por inadvertidos sus
errores contra la moral y la disciplina
proletarias, etc. Entonces si estaríamos en
condiciones de explicar al Movimiento entero,
inclusive al mismo Torres y a sus seguidores,
el verdadero significado ideológico y político
de la tendencia “marxista-leninista” y de
someter a critica toda la espuma de su teoría
revolucionaria, toda su charlatanería y todo
su cacareo sin sentido. Entonces si le
podríamos explicar a Torres que su oportunismo
no consiste en malversar recursos de la
revolución, sino en algo tan grave o más
grave, como en haber conciliado con los
mercenarios, en persistir en planteamientos
liquidacionistas que la práctica desahució, en
burlarse del Movimiento y tergiversar su
historia (17).
Extender la lucha interna a todos los
compañeros de la organización es decisivo para
desenmascarar y derrotar a los oportunistas.
En esta lucha interna los oportunistas
pretenden ganarse el mayor número de
militantes utilizando la táctica de engañar a
unos, conciliar con otros, haciendo las paces
con los más, fomentando al
extremoizquierdismo. Algunos compañeros
honestos colaboran temporalmente con los
oportunistas porque desconocen la otra cara de
la moneda. A esos compañeros hay que hacerles
llegar nuestros puntos de vista, discutir con
ellos y buscar una identificación a base de la
critica y autocrítica. No se debe conciliar
con los errores de nadie ante el imperativo de
aislar a los oportunistas.
Extender
la lucha interna a todos los compañeros de la
organización es vincular a la militancia
entera a las tareas de la construcción y del
fortalecimiento del partido leninista.
IMPORTANCIA
DE LA ACTUAL LUCHA INTERNA
Finalmente, compañeros, tenemos conciencia
plena de lo que para nuestra organización
significa esta lucha interna. Abarquemos todas
las condiciones en que nos hallábamos: el
Movimiento sumido en la anarquía orgánica
total, sin organismos funcionales, sin
cohesión interna, sin dirección, a la buena de
la iniciativa espontánea de los mejores
militantes. Nuestros enemigos supieron
aprovechar bien esta situación, difundieron a
los cuatro vientos nuestros errores que
abultaron y nos calumniaron; el prestigio de
los primeros años del MOEC se vino abajo entre
los grupos revolucionarios y entre las masas.
Supimos de organizaciones revolucionarias
respetables que prevenían a las masas sobre el
Movimiento y que saboteaban sistemáticamente
las labores políticas de nuestros cuadros,
porque conocían nuestra situación interna y
eran conscientes de que el oportunismo,
controlaba la dirección de la organización. En
este ambiente de las orientaciones que a veces
impartía el Movimiento o los esfuerzos de
unidad que hicimos, aún dentro del mismo
Frente Unido del Pueblo, caían en el vacío. En
verdad carecíamos de autoridad política frente
a estas organizaciones y frente al pueblo para
trazar directrices revolucionarias, mientra no
aclaráramos nuestra posición, no nos
autocriticáramos de nuestros errores y
mientras no limpiáramos la casa.
En el exterior nuestras relaciones con
partidos y pueblos revolucionarios han llegado
a su punto más bajo por las mismas razones.
Queda demostrado hasta la saciedad el fracaso
estruendoso de las direcciones oportunistas,
muchos compañeros comprendieron de tiempo
atrás esto y comenzaron a marginarse del
trabajo orgánico. Todos los síntomas indicaban
que el Movimiento perdía cada vez más su
puesto de vanguardia y era desplazado por
otros grupos revolucionarios más jóvenes.
Pero la razón de ser del MOEC no ha
desaparecido. La necesidad de la revolución
colombiana continúa vigente, hoy con mayor
urgencia y desesperada impaciencia de las
masas; nuestra clase obrera carece de un
partido marxista-leninista...